Este es el potaje de Semana Santa de mi casa. El que toda la vida ha preparado mi madre. El que siempre comemos en Viernes Santo (y algún otro día, que ya os digo que gusta mucho y me piden que lo repita). Soy una persona muy a la última en muchas cosas, me encanta experimentar con nuevos alimentos, probar nuevas cocinas... pero los platos tradicionales que no me los toque nadie!!! Hay cosas que son así desde hace mucho. Y no seré yo la que las cambie.
Con lo de la cuaresma me pasa una cosa... no me considero una persona muy religiosa... pero me gusta respetar "los días señalados" en Semana Santa. Una de las razones creo que es porque en casa tenemos tradiciones culinarias muy arraigadas estos días. Las patatas escabechadas de mi abuela, la tortilla de patata "raspada" y bacalao de mi madre, las torrijas, las albóndigas de pescado... Todo un festín donde la carne no tiene cabida. Se me hace la boca agua solo de pensar en esos manjares....
Pero centremonos en el potaje. Es muy curioso que siendo bien pequeña no toleraba yo mucho las legumbres, pero este potaje siempre me gustó. Y ya os digo que en casa pasa lo mismo. Es un triunfo seguro. No se cual es la clave... probablemente sea que las cosas hechas con amor, gustan siempre.... :-)
Y vosotros, ¿también tenéis platos tradicionales de vuestra casa para estos días?
Una nota importante, este guiso está mucho mas rico de un día para otro ya que los sabores se integran mejor.
INGREDIENTES (para 4 personas)
350g de garbanzos ya cocidos
200g de espinacas
400g de bacalao en su punto de sal, en trozos no muy grandes
3 dientes de ajo
Una cebolla
Una hoja de laurel
Un trozo de pimiento rojo escalibado (al gusto)
Una rebanada de pan
Harina
Un vasito de vino blanco.
Sal, pimienta
Pimenton de la Vera
AOVE
ELABORACION
Rebozamos los trozos de bacalao, que estaran bien escurridos del agua del desalado, en harina. Los freimos ligeramente en una sarten con aceite suficiente y los reservamos. Vertemos ese mismo aceite en una olla grande. Cortamos la cebolla en brunoise y la pochamos ligeramente. Añadimos la hoja de laurel y los garbanzos. Removemos bien y echamos el vino blanco. Cuando haya evaporado el alcohol, añadimos agua hasta cubrir. Cuando empiece a hervir echamos las espinacas y removemos. En una sarten, freiremos los ajos y la rebanada de pan. Añadimos el pimenton e inmediatamente apartamos del fuego. Lo pasamos al mortero y machacamos bien hasta hacer una pasta que agregaremos al guiso. Es momento de añadir también el pimiento escalibado a trocitos y el bacalao. Dejamos que todo el conjunto cueza durante unos 1o minutos, rectificando de sal y pimienta. Tapamos y dejamos reposar, idealmente de un día para otro.
Que bueno donde se ponga un plato tradicional que se quite lo demás se ve delicioso y bonitas fotos bsssss
ResponderEliminarQue bueno donde se ponga un plato tradicional que se quite lo demás se ve delicioso y bonitas fotos bsssss
ResponderEliminarY que ricos son los platos tradicionales, me ha encantado tu receta. Diferente a la mía y es que en la variedad está el gusto, no conocía tu blog, pero ya me hice seguidora.
ResponderEliminarBesos y feliz semana!!!
Como me apetece ahora mismo un buen potajito, que todavía hacer bastante frío por los lares de Iranda! Seguro que me animo y lo hago esta Semana Santa.
ResponderEliminarUn beso!
En casa no puede faltar un potaje como el tuyo en esta época aunque apetezca más algo menos contundente! :-)
ResponderEliminarSe ve fantástico. De esos platos de tiempo, paciencia y amor.
Besos!
¡Qué rico este potaje! En mi casa se comía en muchos otros días porque era de los pocos que nos gustaba a todos :o)
ResponderEliminarConcuerdo contigo, los clásicos están perfectos tal cual, después ya se puede jugar con otros cosas pero los clásicos se respetan y se miman!!!
Besos,
Palmira
Un gran plato de cuchara. En mi familia nunca hemos sido de estos platos, pero ahora que soy mayor me encantan :)
ResponderEliminarbesos